Blog de Jordi Casado Sobrepere
Muamba y la mina de sal.

En el corazón del Serengueti, donde los vientos secos susurraban secretos al oído de los animales, vivía Muamba, un león fuerte y astuto que siempre miraba más allá del horizonte. Mientras los demás leones deambulaban en busca de presas, él exploraba rincones desconocidos del territorio. Una tarde, mientras perseguía a una gacela, tropezó con algo insólito: una cueva resplandeciente, llena de cristales blancos que relucían bajo la luz. Era una mina de sal.

Muamba no sabía exactamente para qué servía la sal, pero pronto notó que cuando frotaba la carne de su presa en esos cristales, esta permanecía fresca durante días. Descubrió así un poder que ningún otro león había conocido: la posibilidad de almacenar la carne de sus presas. Durante las temporadas de caza abundante, comenzó a cazar más de lo que necesitaba, secando y salando sus excedentes en la cueva. Mientras tanto, ocultaba cuidadosamente la entrada, camuflándola con ramas y hojarasca.

Meses después, una gran sequía golpeó el Serengueti. Las manadas de herbívoros emigraron, dejando a los leones en una lucha desesperada por sobrevivir. Las grandes coaliciones de machos y las manadas lideradas por poderosas leonas comenzaron a flaquear. Pero Muamba, tranquilo en su guarida, degustaba la carne que había almacenado en su mina. Su pelaje seguía brillante y su rugido resonaba fuerte, mientras los demás leones flaqueaban de hambre.

Un día, un joven león de otra manada descubrió por casualidad a Muamba transportando carne fresca. Alarmado, corrió a contarle a los demás. En poco tiempo, los líderes de las manadas convocaron a Muamba, exigiéndole una explicación.

Muamba trató de ocultarlo. Les mostró que tenia la facultad de conservar la carne pero no les reveló su secreto, de hecho, si querían carne fresca tendrían que aceptar sus condiciones. «No es gratis», dijo con un rugido que resonó en toda la sabana. «Quienes quieran carne deben pagarme con lo que tienen: parte de sus territorios, lealtad a mi liderazgo y tributos continuos cuando pase la escasez».

Algunos leones, desesperados, aceptaron sus condiciones. Le entregaron partes de sus cotos de caza, y otros se ofrecieron a protegerlo y a seguir sus órdenes. Muamba, fortalecido por su estrategia, se convirtió en el león más poderoso del Serengueti. Sin embargo, su dominio no estuvo exento de resistencia. Aquellos que se sentían explotados comenzaron a conspirar en su contra, buscando formas de robar su secreto.

La historia de Muamba se convirtió en una lección para las futuras generaciones. Algún humano desde fuera lo vería como un héroe, un visionario que supo prever la escasez y prosperar. Otros lo considerarían un tirano, un ejemplo de cómo el conocimiento es empleado para instaurar y consolidar un poder hegemónico. Y la pregunta que quedaría en el aire ¿Qué hubiera pasado si Muamba hubiera donado su conocimiento al mundo?